3.31.2010

PACTO SOCIAL Y POLÍTICO DE LA EDUCACIÓN

Aquesta va ser la meva intervenció en la comissió d'educació del Senat després de la del Ministre Sr. Gabilondo per exposar-nos els objectius del Pacto Social y Político de la Educación


Ante todo, quiero agradecer, señor ministro, su comparecencia,
que yo personalmente solicité para tratar sobre el
pacto y trabajar sobre él antes de que se cerrara o fracasara.
Debo advertir de que nuestro deseo es que llegue a
buen puerto.
Estamos convencidos de que este pacto es una necesidad
social, y la sociedad nos lo está pidiendo. La sociedad
valorará que un pacto sobre la educación no sea un arma
arrojadiza entre partidos políticos, sino una prioridad para
hacer que avance el sistema educativo y así favorezca a
todos los niños, niñas, jóvenes y ciudadanos en la sociedad
futura. La crisis hace aún más necesario un acuerdo no
partidista sobre la reforma de la educación. Coincido con
usted en que no hay ley que produzca cambios. Por ejemplo,
la LOGSE fue una gran ley, pero solo eso: una gran
ley; no se trabajó para que realmente incidiera en un cambio
cultural, social y comunitario de la educación. De ahí
vienen muchos males. Pero no porque la LOGSE los trajera
a la escuela y a la educación, sino porque no supimos
conseguir el cambio cultural, social y comunitario necesario.
A mi modo de ver, el fracaso escolar no se explica porque
los niveles de exigencia bajen o porque la escolarización
se extienda a más estudiantes y durante más tiempo,
sino porque el modelo educativo vigente hace tiempo que
caducó. Este es para mí el arranque de un análisis que
deberíamos superar para que esta escuela, anclada en contenidos
y métodos del pasado, se quedase en la puerta del
final del siglo XX y apareciese otro contexto diferente
para el siglo XXI.
Dentro de este contexto, nuestro grupo ve que vivimos
en un Estado autonómico donde las competencias educativas
les corresponden básicamente a las comunidades
autónomas. Debemos, pues, encontrar el punto exacto del
trabajo del Ministerio de Educación. Aquí me gustaría
puntualizar lo que ha dicho el portavoz de Convergència i
Unió, porque Estado somos todos. Él ha hablado varias
veces de Estado, y los que somos periféricos nos confundimos
a veces. Nosotros, y también Convergència, hemos trabajado
por un estatuto según el cual todos seamos Estado.
Por eso digo que debemos encontrar cuál debe ser propiamente
el trabajo del Ministerio de Educación. Coincido en
que debería velar por la coherencia y por la calidad del sistema,
y menos por la planificación y la gestión. Sin embargo,
algunas de estas medidas —consideramos que demasiadas—
entran dentro de la planificación y la gestión. El
ministerio debería pensar más en buscar un equilibrio
territorial en el campo de la educación y una mayor cohesión
social.
Para ofrecer una muestra de este aspecto más competencial,
y dentro del apartado de medidas, me voy a fijar en la
educación infantil. Coincido con usted en que debe ser una
etapa educativa. Por eso en el pacto deberíamos poner
mucho más énfasis, no ya en la planificación y en la
ampliación de plazas, que son cuestiones competenciales,
sino en las condiciones de calidad —que no quiere decir
metros cuadrados— para el desarrollo personal de los
niños y niñas y para su madurez psicológica; sobre todo en
la etapa de 0 a 3 años. En cuanto a la de 3 a 6 años, que
antes llamábamos educación preescolar —antes de la
escuela— y ahora llamamos educación infantil, deberíamos
trabajar para que durante esa etapa el niño y la niña
pudieran desarrollar actitudes y valores, y, a través del
juego simbólico, trabajar su lateralidad entre otros aspectos,
en vez de atender únicamente a que aprenda a leer y a
escribir, porque la madurez psicológica del niño y de la
niña a esa edad es distinta en unos momentos y en otros.
Quiero felicitarlo en relación con este punto porque creo
que así avanzaremos hacia una escuela inclusiva, ya que la
escuela inclusiva no se define única y exclusivamente por
disponer de unos planes de atención a la diversidad y por
abordar las diferencias existentes entre el alumnado. La
escuela inclusiva es aquella en la que toda la comunidad
funciona para no dejar que nadie se quede atrás en el proceso
educativo; supone huir de la escuela elitista para
hacer la escuela comunitaria y social, donde todos avancen.
Me parece que todos deberíamos trabajar en este
pacto, porque esto se llama esfuerzo. Me gustaría que este
pacto desterrara la idea de que la escuela inclusiva o cualquier
práctica pedagógica dentro del campo de la pedagogía
activa o de la escuela comprensiva sea la escuela del
todo vale o que haya abandonado el esfuerzo porque es
todo lo contrario, es esta escuela la que trabaja, desde el
esfuerzo de todos, de profesores y maestros, de padres y
de alumnos; es la escuela que hace posible que el esfuerzo
sea necesario para aprender y la que le da sentido al
esfuerzo. Ayúdenos a trabajar para que se destierre la idea
de que el esfuerzo es de una o de otra opción; desde mi
punto de vista, el esfuerzo no es de derechas ni de izquierdas
sino que está en la persona desde el mismo momento
en el que nace y trabaja para conseguir avanzar. Por otro
lado, creo que quien más se esfuerza es el que tiene menos
posibilidades, y esto, nos guste o no nos guste, normalmente
se encuentra mucho más en la escuela pública y en la
escuela que tiene planteamientos pedagógicos concretos.
Agradezco también su sensibilidad hacia las lenguas
españolas, como a usted le gusta definirlas, hacia la riqueza
que estas representan... Vele siempre para que en aquellas
comunidades en las que tenemos lengua propia podamos
realmente brindar esa igualdad de oportunidades que
nos ha ayudado —y esta ya es una experiencia— a la
cohesión social en nuestros territorios. Nadie ha forzado a
nadie para que hable una lengua u otra, pero sí que hemos
dado a todos y a todas la oportunidad de poder hacerlo.
Señor ministro, trabaje para conseguir este pacto y contará
con mi apoyo —y trabajaré para que también cuente
con el apoyo de las tres fuerzas que forman mi grupo parlamentario—,
porque la educación, en todas sus etapas,
desde la infantil hasta la universidad y a lo largo de la
vida, precisa un cambio. Usted ha hablado de la coordinación
realmente imprescindible entre primaria y la ESO,
entre la ESO y el bachillerato, y a mí me gustaría añadir
también a la universidad, no vaya a ser que cambiemos la
forma de aprender y de formar en la universidad dentro del
Plan Bolonia y no adecuemos las etapas anteriores. Además,
ahora que el Ministerio de Educación lo es en el más
amplio sentido, desde la etapa infantil hasta la universidad
y a lo largo de la vida, creo que es el momento de trabajar
en este camino.
Trabaje para priorizar el conocimiento, la formación y
la educación de las personas, partiendo de la idea de que
no son mercancías y que la enseñanza y el aprendizaje no
son meros procesos técnicos ni productivos. Desde nuestro
punto de vista, la educación tiene que ser auténticamente
pública y laica, con un marco legal mínimo, basado
en grandes finalidades y obtenido —y creo que este es el
gran objetivo del pacto y por el que debemos trabajar—
para que alcance el más amplio consenso político y social
posible. Y ya que trabajamos con luz y taquígrafos, si
alguien no quiere entender la necesidad de este pacto,
debemos dejárselo bien claro a la sociedad.

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